Monterrey es tierra de migrantes y lo seguirá siendo
Por José López
Monterrey, como siempre ha sido, es una ciudad de migrantes, principalmente de trabajadores origen campesino aunque la burguesía local tambien tiene su origen en el extranjero. De hecho el nacimiento de esta ciudad se dio con el arribo de españoles y tlaxcaltecas, en el lejano siglo XVI quienes desplazaron a lo largo de varios siglos a las tribus originarias tanto de sus llanos, sus valles y sus sierras, de sus ríos y manantiales, a naciones indígenas ya desaparecidas como los Borrados, Rayados, Huachichiles, entre muchas otras.
Otro dato,
a principios del siglo XX el Palacio de Gobierno, ubicado frente a la
Macroplaza, fue construido por trabajadores de San Luis, quienes se asentaron
en lo que hoy se conoce como colonia Independencia porque aquí no había
albañiles suficientes que supieran trabajar la cantera.
Debido
principalmente a que Monterrey es una ciudad industrial y requiere
constantemente de mano de obra, a lo largo de las décadas cientos de miles de
campesinos han arribado en busca de trabajo y terminan por quedarse a vivir aquí.
Mis hermanos y yo precisamente somos hijos de campesinos que desde muy chicos dejaron
a sus familias en los ejidos para buscar mejor vida en la ciudad. Mi papá de
Durango, mi mamá de Tamaulipas, ambos con fuerte arraigo campesino ya tienen más
de 50 años en Monterrey.
En los años
sesentas y setentas miles de migrantes provenientes de San Luis, Coahuila,
Zacatecas, Tamaulipas y Durango formaron las colonias populares que antes eran
la periferia pero que la ciudad las ha ido devorando y quedaron ya dentro de la
zona urbana.
En la última
década se ha registrado el arribo de miles de familias provenientes ahora de
Veracruz, de la Huasteca Potosina, de Hidalgo y Puebla principalmente. Los
trabajadores que ahora llegan no vienen solos, los acompañan sus esposas y sus
hijos. La mayoría de ellos rentan cuartos en las colonias populares y cuando
pasa un tiempo logran sacar una casa con crédito Infonavit pero muy alejadas de
la ciudad, en la periferia como en Cienega de Flores, Zuazua, Garcia, otros en
Juarez. Son los que sufren a diario el problema gravísimo del transporte que
tardan hasta dos horas para llegar a sus trabajos.
Esos nuevos
trabajadores provenientes del sur del país sufren también la agresión y la discriminación
de miles de proletarios citadinos enajenados y sin cultura que se refieren a
ellos de manera despectiva y hasta les piden que se regresen a sus ranchos. ¡Qué
ironía! esos mismos citadinos que ofenden a los recién llegados también tienen
sus raíces en el rancho, en el ejido, la mayoría son hijos de campesinos que también
llegaron a la ciudad en busca de trabajo. Hasta el color de piel y los rasgos físicos
son tan parecidos que podrían verlos un extranjero y pensaría que son familia.
Sin
embargo, creo que esas familias recién llegadas le podrían aportar su riqueza
cultural a esta ciudad tan marcada por el vicio, la enajenación, racismo y discriminación.
Tengo la idea de que esas nuevas familias le estan dando un giro a la ideología
conservadora y proyanqui de esta ciudad y se notó en las ultimas elecciones en
las que la izquierda ganó la Presidencia, diputaciones federales y hasta senadores.
Algo nunca antes visto en Monterrey.
Pues Salud
y veremos qué pasa.
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