Crisis del agua ¿...y los estudiantes?
Por José López F.
Nuevo León está metido en una seria crisis por la escasez del agua. Decenas de colonias sufren de cortes del suministro que duran hasta una semana. Las presas están en los niveles más bajos posiblemente de la historia reciente. La industria es señalada por consumir demasiada agua para sus procesos productivos; por otro lado el crecimiento descontrolado de la ciudad, el alto consumo en sectores donde habita la burguesía, y sumado a una sequía prolongada en la región han ocasionado que la entidad esté a un paso de una crisis que podría poner en jaque a las autoridades.
Los sectores populares
son, como casi siempre, los más afectados por esta crisis, y en consecuencia,
son los que a menudo salen a la calle a manifestar legítimamente su
descontento. Sin embargo debido a la desorganización imperante, las protestas
son fuegos aislados que se apagan conforme otros se encienden. La falta de una
representación auténticamente popular frente al poder político no permite la
consolidación de un movimiento social con claridad frente a la problemática. Al
mismo tiempo deja la puerta abierta a fuerzas políticas oportunistas que
capitalizan el descontento para sus propios fines.
En este punto es cuando me pregunto ¿Y los estudiantes? La pasividad de los universitarios ha costado mucho a esta ciudad y al país. Su desinterés en los asuntos públicos ha roto con una tradición de lucha y crítica profunda a los quehaceres del poder político y su falta de cuestionamiento a la burguesía ha permitido que se reproduzca sin limite su ideología banal del dios dinero.
Eran los
estudiantes los portadores de un pensamiento libre y revolucionario, siempre
llevando la crítica y la propuesta a la opinión pública. Siempre rompiendo con
los valores conservadores y apuntando a una sociedad más justa, libre e
igualitaria. La falta de agua no es la única crisis; la violencia desbordada
requiere de explicaciones y de propuestas frescas; el pésimo transporte público
ocupa de la irrupción del universitario señalando las deficiencias y aportando
propuestas que alivien la pesada carga del obrero que hace dos horas de camino
a su trabajo.
Son los estudiantes los que pueden cuestionar
al sistema: tienen el tiempo, tienen las herramientas y tienen la energía. Después
será demasiado tarde.
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